Pons Asinorum
EL ABURRIMIENTO DE SHOSTAKOVICH
Publicado el 5 de febrero de 2006 | 7 comentarios
No todo es negativo en el comunismo. En el comunismo, un butanero y un arquitecto pueden ganar casi lo mismo. Esto es bueno y malo. Lo bueno es que hay más arquitectos vocacionales – el dinero no es un atractivo de la profesión.
Sin ser ni una cosa ni otra, la vida de Dimitri Shostakovich y su obra no habría sido la misma si hubiera nacido en un país capitalista.
Mucho se ha escrito sobre los problemas que tuvo este compositor ruso en la difícil época que le tocó vivir en Rusia. Hoy en día es, sin lugar a dudas, el mejor compositor ruso del siglo XX (y posiblemente de todos los tiempos) – Stravinsky fue un “ciudadano del mundo”. Atravesó periodos de aclamación por parte del público y el Estado, como con su famosísima Sinfonía Leningrado (la nº7) que fue erigida como un símbolo de la resistencia rusa a la invasión alemana y periodos en que su obra fue repudiada por el Estado ( sin ir más lejos, la hoy famosísima Sinfonía Stalingrado (la nº8) fue prohibida por las autoridades ).
Al margen de todas estas disputas propias de un gobierno autoritario, el hecho indudable es que Shostakovich no era un músico megalómano con aspiraciones de obtener grandes éxitos de público, aclamaciones por parte de revistas o entrevistas en televisión. En un país comunista, no era más que un compositor. Esa libertad, le llevó a realizar obras realmente excepcionales, sobre todo por la valentía que demostró encarándolas.
Sin ser ni una cosa ni otra, la vida de Dimitri Shostakovich y su obra no habría sido la misma si hubiera nacido en un país capitalista.
Mucho se ha escrito sobre los problemas que tuvo este compositor ruso en la difícil época que le tocó vivir en Rusia. Hoy en día es, sin lugar a dudas, el mejor compositor ruso del siglo XX (y posiblemente de todos los tiempos) – Stravinsky fue un “ciudadano del mundo”. Atravesó periodos de aclamación por parte del público y el Estado, como con su famosísima Sinfonía Leningrado (la nº7) que fue erigida como un símbolo de la resistencia rusa a la invasión alemana y periodos en que su obra fue repudiada por el Estado ( sin ir más lejos, la hoy famosísima Sinfonía Stalingrado (la nº8) fue prohibida por las autoridades ).
Al margen de todas estas disputas propias de un gobierno autoritario, el hecho indudable es que Shostakovich no era un músico megalómano con aspiraciones de obtener grandes éxitos de público, aclamaciones por parte de revistas o entrevistas en televisión. En un país comunista, no era más que un compositor. Esa libertad, le llevó a realizar obras realmente excepcionales, sobre todo por la valentía que demostró encarándolas.
Por ejemplo, los cuartetos de cuerda. Los que compusiera Beethoven estánconsiderados como los mejores de todos los tiempos. También en la época de Shostakovich era así. Beethoven compuso dieciséis cuartetos de cuerda. Shostakovich, por puro afán competitivo, decidió componer quince.
El concepto de competición apenas existe entre los músicos. La existencia de ciertos compositores de renombre delimita la música que los que llegan luego pueden hacer. Por ejemplo, la calidad de los cuartetos de cuerda de Beethoven fue siempre un referente para los compositores del siglo XIX y XX. Parecía ridículo explorar esta forma musical. Componer quince cuartetos de cuerda era arriegarse a ser comparado con Beethoven, y eso es arriesgarse a mucho. A Shostakovich parece que no le importó demasiado.
Después le tocaría a Johann Sebastian Bach. Bach había dejado un monumento a la música: sus preludios y fugas, bajo el título de “El clave bien temperado” se consideran un pilar de la música para piano. Cada uno de estos preludios y fugas está compuesto en cada una de las claves mayores y menores posibles, formando un conjunto perfecto.
De nuevo Shostakovich, en una tarea de una frivolidad o temeridad increibles, decidió repetir el formato. Tal y como Bach lo hizo.
En ambos casos, Shostakovich consiguió unos resultados excelentes. Los cuartetos de cuerda en particular han pasado a la historia del género, algo realmente difícil. Insisto: Shostakovich no se habría permitido estos ejercicios de estilo en un mundo capitalista. Se habría dedicado a dirigir orquestas famosas, habría viajado por todo el mundo, habría realizado encargos de prestigiosos centros musicales. Pero siendo un simple trabajador, que ganaba lo mismo que su cartero, pudo crear algunas de las piezas más interesantes de la música del siglo XX.
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