Juventud y optimismo en el último concierto de la OSV
La pianista japonesa Nozomi Nakagiri (foto de archivo)
CONCIERTOS SINFÓNICOS EL PALAU. Orquesta Sinfónica del Vallès. Regina Chernychko, piano. Nozomi Nakagiri, piano. Dir: Andrew Gourlay. Wagner: Los maestros cantores (apertura). Poulenc: Concierto para dos pianos y orquesta. Guinjoan: Poco rubato (Suite Archipiélago).Beethoven: Sinfonía núm. 8. PALAU DE LA MÚSICA. 6 DE OCTUBRE DE 2012.
Por Luis Trullén
Hay conciertos que por su programación invitan ineludiblemente al optimismo ya las ganas de disfrutar de una música que se ha convertido en paradigmática dentro del repertorio gracias a la luminosidad y felicidad que emana. El nuevo concierto de la temporada de la Orquesta Sinfónica del Vallés buscaba este propósito y nada mejor que iniciarlo con la festiva apertura de Los maestros cantores de Wagner-extraída de la única obra de Wagner con un trasfondo cómico-y la Sinfonía núm. 8 de Beethoven, la más extrovertida de su producción dedicada al género. Además, el concierto nos permitía escuchar dos jóvenes talentos del piano como son la ucraniana Regina Chernychko-ganadora del Concurso de Piano Ricard Viñes 2012 - y la japonesa Nozomi Nakagiri-premio del público del Concurso Internacional Maria Canals-como solistas del brillante Concierto para dos pianos de Poulenc, bajo la dirección de una de las figuras emergentes del panorama internacional como es el jamaicano Andrew Gourlay-ganador del Concurso Internacional de Cadaqués 2010.Concierto en el que la juventud de los solistas y del director invitado y una grata comunicación interpretativa mantenida en el transcurso del programa contribuyeron a hacer cumplir el propósito inicial, y que además tuvo la colaboración de Comediants como presentadores. Una versión fresca y radiante de la apertura de Los maestros cantoresprecedió a la interpretación de la obra concertante de Poulenc, con dos pianistas que mostrarnos unas cualidades técnicas impecables y que además lograron aquella luminosidad y una refinada sensibilidad en el "Larghetto" central para así recrear la magia de los colores de la música de este miembro del Grupo de los Seis fiel a una tradición, fiel a una innovación que le mereció una célebre consideración del crítico francés Claude Rostand de "París-Press »en calificarlo como "mitad hereje, mitad monje". Buen trabajo de las dos solistas, bien acompañadas por una orquesta en todo momento contagiada por la tremenda simpatía y al mismo tiempo un profundo sentido comunicativo que muestra Andrew Gourlay.
La segunda parte se inició con el Poco rubato de Joan Guinjoan, obra perteneciente a la suite Archipiélagos , que el compositor de Riudoms escribió por encargo del Festival de Música de Canarias, y que alcanzó una cuidadosa interpretación atenta al color, a el enlace de sonoridades y su sentido musical cercano a la abstracción. Ya por último, una versión enfática, distendida, extrovertida con tendencia a potenciar aún más la sabida rapidez de los tempi de la Octava de Beethoven ponía momentáneamente el punto y final a un concierto que cerró con una Polkade Johann Strauss. Al buen trabajo de la OSV, hay que sumar la calidad de un director invitado que pese a su juventud muestra un aplomo y seguridad en el escenario proporcional, además, al profundo conocimiento y estudio de las obras que interpretó al palacio.
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