De 1.999 y larga.
Fascinante visualmente y muy densa. Apasionante. Insuperable y redonda.
Esa profundidad de campo tan típica del realizador americano que tanto recuerda a Orson Wellles.
La larga secuencia de esa fiesta en la mansión es antológica.
Los ricos se divierten con putas jóvenes de lujo y un médico de fama entre la alta burguesía de Nueva York no tiene hueco entre ellos porque esa casta poderosa no puede admitir a un galeno bien situado pero al fin y al cabo un galeno en sus exclusivas orgías.
Famosa también la secuencia de unos 12 minutos alrededor de la mesa de billar.
Días el meticuloso y perfeccionista Stanley se tiro para rodarla para desesperación me imagino de Tom Cruise y de Sydney Pollack el gran director ya fallecido que por cierto esta magnifico como forrado amigo de Tom.
Así era Kubrick. Un obseso que podía rodar y rodar un plano hasta el infinito una y otra vez hasta que le convenciese. Como Chaplin. Como "Hitch". Como Keaton.
Nicole Kidman hace el papel de su vida.
Delgada pero no anorexica es un atractiva mujer joven que se ha casado con un profesional de éxito.
Esta aburrida en su impresionante apartamento con vistas a Central Park.
Sabe que su marido es un mujeriego y ella no le va a la zaga cuando puede.
Su vida se resume en follar cuando tiene problemas con Tom Cruise como le dice al acabar Eyes Wide Shut.
Y no preguntes ni investigues. Fornica y calla.
Disfruta del alto nivel de vida que te da tu partenaire y cuidate no vayas a coger el sida o una enfermedad venérea por culpa del picha inquieta de tu media naranja que te mantiene y te paga tus caros caprichos.
Una prostituta bendecida o no.
Idéntica a no pocas impresentables que conozco.
Estamos por tanto ante una película realista y ética.
Lo que vemos pasa y no es una fabulación.
Esos interiores tan llamativos y barrocos que contemplamos si por ejemplo viven o pasan unos días en Barcelona los pueden encontrar en la cafetería de la Casa Fuster en el Paseo de Gracia un hotel monumento nacional joya de modernismo del genial Doménech i Montaner.
La música es fundamental en el cine de Stanley Kubrick.
La Suite de Jazz para Orquesta fabulosa de Shostakovick suena imperial al comienzo y al final.
Y la versión de la increíble Orquesta Real de la Concertgebouw con Riccardo Chailly al frente es celestial.
Ligeti que tanto gustaba al bueno de Stanley y ese piano tan expresivo y que tan nervioso nos pone y que tanto remarca momentos determinados de esta prodigiosa Eyes Wide Shut.
El séptimo arte es eso para ser considerado séptimo arte.
Poder de sugestión y de reflexión sobre el mundo le guste o no al a menudo pasivo e ignorante y acomodaticio espectador.
Agitación y pasión. Rebeldía. No dejarte indiferente. Hacerte pensar y al mismo distraerte.
Eyes Wide Shut tiene todo lo anterior y por eso es un filme extraordinario y una obra de arte total y definitiva.
Sus 159 minutos forman ya parte de la historia de cine.
Hellín a 18 de Agosto de 2.010.
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