La nueva revisión de la polémica película financiada, promovida y prohibida por el régimen franquista, finalmente, ante el grito del Vaticano tras su pase en Cannes, en la década de los sesenta, me reafirma en mi valoración de Luís Buñuel como un cineasta único e irrepetible.
Un filme, VIRIDIANA, el del calandés, negro, tétrico y primitivo.
Contiene todos los elementos que han caracterizado la España negra.
La que va de la picaresca a Quevedo, pasando por Goya y acabando en Solana y Valle-Inclan.
Las piernas de la niña que salta a la comba y la mirada lasciva del viejo verde –tan bien encarnado por Fernando Rey- preludian una cascada fetichista con ribetes marianos donde la virginidad de la santa protagonista –excelente Silvia Pinal- es violada por su tío aprovechando su previa narcotización llevando el vestido de novia de la exmujer lo que le confiere una carácter de necrofilia a la brutal escena y si a eso añadimos el Réquiem de Mozart de fondo musical pues genial, genial y genial.
El famoso y diminuto crucifijo navaja lo adquirió el bueno de Luís Buñuel en Albacete y por tanto si esta al alcance de cualquiera su compra en un respetable negocio no busquemos afanes profanadores en el artista aragonés.
Impresionante el gran angular que abre esta obra maestra del cinema.
El claustro aparece con toda su grandeza y es que el surrealista universal solía acudir al Monasterio del El Paular, que les recomiendo igual que la zona de la sierra madrileña, a desconectarse de todo y todos y por eso la presencia de estos bellos sitios religiosos es constante en su filmografía.
No me gusta contar las pelis.
Las recomiendo.
Las vuelvo a ver una y otra vez.
Y siempre aprecio cosas diferentes y me percato como los grandes genios del séptimo arte se inspiran entre ellos.
Mi admirado “Hitch” es deudor de Buñuel y este último del orondo ingles.
La crueldad, tal vez mejor dicho, el valor y hasta el pudor de describir los comportamientos monstruosos del ser humano.
Nuestras aberraciones inconfesables y confesables.
Difícil, no imposible, que personas tan entrañables como mí admirado Buñuel vuelvan a repetirse.
Muy rico. Gran burgués. Rebelde y genial. Se la jugaba una y otra vez. Podía hacerlo por el colchón económico familiar que le respaldaba pero aún así muchos pueden y no la hacen.
Cuestión de nacimiento. Unos nacen para servir y otros para crearse problemas, pero es que sin estos la vida no tiene aliciente. Es como…no arriesgarse a amar en la vida.
Aunque te quedes solo, nunca serás lo que hubieras sido sin la experiencia previa de ese desamor.
"Sentada en el trono del Arco Iris,
pérfida Reina de Belleza,
te lo suplico,
no dispongas para mí las trampas
de tu decaimiento, de tu tormento.
Escucha, clemente, mi oración,
como lo hiciste aquella vez
en la que, para atender mi súplica,
seguiste la ruta de los astros
sobre tu hermoso carro".
(Sin autora de momento)
Hellín a 23 de Julio de 2.008
Un filme, VIRIDIANA, el del calandés, negro, tétrico y primitivo.
Contiene todos los elementos que han caracterizado la España negra.
La que va de la picaresca a Quevedo, pasando por Goya y acabando en Solana y Valle-Inclan.
Las piernas de la niña que salta a la comba y la mirada lasciva del viejo verde –tan bien encarnado por Fernando Rey- preludian una cascada fetichista con ribetes marianos donde la virginidad de la santa protagonista –excelente Silvia Pinal- es violada por su tío aprovechando su previa narcotización llevando el vestido de novia de la exmujer lo que le confiere una carácter de necrofilia a la brutal escena y si a eso añadimos el Réquiem de Mozart de fondo musical pues genial, genial y genial.
El famoso y diminuto crucifijo navaja lo adquirió el bueno de Luís Buñuel en Albacete y por tanto si esta al alcance de cualquiera su compra en un respetable negocio no busquemos afanes profanadores en el artista aragonés.
Impresionante el gran angular que abre esta obra maestra del cinema.
El claustro aparece con toda su grandeza y es que el surrealista universal solía acudir al Monasterio del El Paular, que les recomiendo igual que la zona de la sierra madrileña, a desconectarse de todo y todos y por eso la presencia de estos bellos sitios religiosos es constante en su filmografía.
No me gusta contar las pelis.
Las recomiendo.
Las vuelvo a ver una y otra vez.
Y siempre aprecio cosas diferentes y me percato como los grandes genios del séptimo arte se inspiran entre ellos.
Mi admirado “Hitch” es deudor de Buñuel y este último del orondo ingles.
La crueldad, tal vez mejor dicho, el valor y hasta el pudor de describir los comportamientos monstruosos del ser humano.
Nuestras aberraciones inconfesables y confesables.
Difícil, no imposible, que personas tan entrañables como mí admirado Buñuel vuelvan a repetirse.
Muy rico. Gran burgués. Rebelde y genial. Se la jugaba una y otra vez. Podía hacerlo por el colchón económico familiar que le respaldaba pero aún así muchos pueden y no la hacen.
Cuestión de nacimiento. Unos nacen para servir y otros para crearse problemas, pero es que sin estos la vida no tiene aliciente. Es como…no arriesgarse a amar en la vida.
Aunque te quedes solo, nunca serás lo que hubieras sido sin la experiencia previa de ese desamor.
"Sentada en el trono del Arco Iris,
pérfida Reina de Belleza,
te lo suplico,
no dispongas para mí las trampas
de tu decaimiento, de tu tormento.
Escucha, clemente, mi oración,
como lo hiciste aquella vez
en la que, para atender mi súplica,
seguiste la ruta de los astros
sobre tu hermoso carro".
(Sin autora de momento)
Hellín a 23 de Julio de 2.008
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