Sobre unos 38 minutos clamorosos y divinos dura la última sinfonía que compuso el mayor genio creativo en cantidad y calidad que ha dado la música universal junto a Juan Sebastian Bach.
Mozart es algo incomprensible e inabarcable e irrepetible y cuando escuchas la 41, la "Júpiter", te das cuenta de ello.
Corría el año 1.788 y nuestro inmortal y eterno Mozart se debió quedar mas que satisfecho con este pedazo de obra.
En 1.791 moriría este superdotado artista y cuentan que en la miseria.
Por lo tanto todo un morlaco para la cada vez mas asentada OSRM este viernes en un Villegas que presentaba un buen aspecto con bastantes aficionados.
La noche ha empezado con la Obertura de Las bodas de Fígaro.
Corta y jocosa. Una opera redonda por cierto y al nivel de La Flauta Mágica.
Luego la Sinfonía concertante para violín y viola y la cosa ha estado floja.
Tal vez porque no combinan por lo menos para mi demasiado bien estos dos instrumentos porque el pequeño y estridente violín se come a la mas grave y grande viola.
Los solistas sin pasarse y mejor el viola que el violinista.
La propina un suspiro bachiano que se podían haber ahorrado la desigual pareja ya que o se toca un bis en condiciones o no se toca nada.
La segunda parte del concierto ha sido totalmente diferente y convincente y hasta notable.
El maestro Rodilla lo tenia claro y ha atacado la Júpiter con descaro y arrojo casi suicida.
Tiene a sus ordenes una orquesta que funciona y que quiere mejorar y que puede mejorar y que va a mejorar si cuenta con bastante más apoyo institucional y con mayor asistencia de melómanos murcianos o de fuera de la región como es mi caso.
El finale de la 41 el Molto Allegro es impresionante y cósmico mas que planetario.
Todo fuerza con un ritmo frenético.
6 minutos 26 segundos en la fabulosa versión que ahora estoy escuchando de Karl Böhm con la Wiener Philharmoniker de este movimiento que es una cumbre de las cumbres del sinfonismo de todos los tiempos.
Es que es genial de cabo a rabo, deslumbrante y desconcertante porque parece que se vaya a acabar y renace una y otra vez.
Sobran las palabras.
A veces me pregunto para que hacer tantos y tantos kilómetros -miles- al cabo de una temporada cuando en mi casita podría una y otra vez escuchar lo que me gusta.
Pero la música culta se debe vivir en vivo en un auditorio adecuado y el Víctor Villegas es excepcional por su acústica y tamaño.
Si encima puedes de vez en cuando disfrutar de una Júpiter correctamente interpretada y lo mas importante tocada con ganas y espíritu de superación pues calculen mi dicha hoy.
Un concierto para no olvidar en mucho mucho tiempo.
Hellín a 6 de Noviembre de 2.010.
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