No les puedo decir los autores de estas dos maravillas sacras sinfónico/corales/vocales que sintonice sobre las 20 horas.
El primero fue maestro de Chopin y el segundo otra eminencia fundador del Conservatorio de Varsovia.
Me pillo el festín musical paseando hacia la cercana Benicarlo.
Son de los mejores momentos de estos días bochornosos y tan calurosos de final de Agosto.
Estas necesarias y apetitosas salidas tardías conectado siempre a Radio Clásica.
El hermoso atardecer playero se mezcla con estas fantásticas composiciones y a veces como me paso el domingo -oía en el HTC la bellisima Sexta de Bruckner- con un muerto vete a saber si ahogado o víctima de un golpe de calor tan peligrosos por cierto.
Así es la vida.
Muerte y dolor y vida y amor.
Ese es el alimento de la religión.
Nuestro miedo a la muerte y a la soledad y nuestra debilidad existencial y humana.
Peñiscola a 23 de Agosto de 2.011.
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