De 1.939 Una tarde en el circo es esplendida.
De las mejores producciones de los geniales Hermanos Marx.
Chico, Harpo y Groucho se salen.
Los diálogos son buenisimos. Fabulosos. Provocativos y demoledores. Cáusticos y ácidos.
Secuencias antológicas he contado 4.
Lo que es una película tan corta (87 minutos) ya tiene su merito.
Que decir de la chapa dichosa o de esos zapatos/ventosas o del sueño de niño del forzudo que acaba en una celebración increíble anticipada de la Navidad y la mejor de todas la de los tres Hermanos Marx con el enano/crio en ese apartamento a escala miniatura.
Surrealismo llevado al paroxismo este momento irrepetible en donde intentan estos torpes detectives sonsacarle al complice del robo donde esta el dinero. Lo absurdo llevado al delirio mas desternillante e hilarante.
Solo a unos artistas tan inteligentes como son los inimitables Hermanos Marx se les ocurre esta situación tan jocosa y sorprendente.
Se me olvidaba la memorable escena final de la cena con ese plano general de los invitados y los cafés que se toma Groucho a la espera de que empiece la función de circo con esa orquesta sinfónica que va a la deriva y se cruza con trasatlánticos. Impresionante montaje operístico digno de Wagner.
Por cierto impagable como siempre la excelente actriz cómica Margaret Dumont: la aristócrata forrada a la que le saca los cuartos siempre el ligón de Groucho.
Gran cine Una tarde en el circo.
El mejor.
El cinema clásico de toda la vida.
El que veíamos de pequeño en nuestros entrañables e incómodos cines de barrio.
El que mamaron nuestras madres y nuestras abuelas. El que mame yo.
El mejor insisto cansino una y otra vez.
Entretenido y sano.
Sin subvenciones y sin peajes políticos.
Sin los impresentables ZPcejeros.
El cine como un oficio y una profesión destinada a formar buenas y cívicas personas y no a burros con dos patas.
Hellín a 26 de Julio de 2.010.
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