Veía de nuevo Crash -la de Cronenberg no la otra también notable Crash- y en ella el cine patológico sadomasoquista de pulsiones sexuales del genial realizador canadiense aflora en toda su intensidad.
Nueve años después en el 2.005 rueda Una historia de violencia que es junto a Spider su mejor filme.
Película excepcional.
Perfecta.
Fabulosa.
Dreyeriana.
Violenta y ética y religiosa. Animal y humana. Tremenda y brutal.
Una secuencia antológica: vemos salir de madrugada sin luz solar de su granja a esa maquina de matar con sus manos y sus pies que es este ahora pacifico barman regenerado por el amor hacia su bella y fogosa esposa y sus buenos hijos y vemos como llega a Filadelfia por la noche y acto seguido se liquida a cinco matones como era el hasta que se rehabilito por el más noble sentimiento que es el imposible amor llegando a asesinar hasta a su demente hermano.
Vuelve a su hogar también de noche a la hora de la cena. Todo transcurre en muy pocos pero intensisimos minutos.
Economía de medios y emoción a raudales en esta memorable escena final en donde alrededor de un asado una familia creyente vuelve a estar unida después de que el patriarca se haya cargado a 9 mafiosos y hasta el adolescente hijo al peor de todos de un escopetazo.
El brutal incomodisimo polvazo de los dos protagonistas en la escalera con golpes y moratones y cardenales el cartesiano calvinista David Cronenberg ya lo ensayo en la referida e incomprendida Crash con la exuberante Arquette siendo objeto esta última en un sórdido tren de lavado de una violación voluntaria por parte de un feisimo tarado galeno que se excitaba dandose trompones buscados con otros suicidas dementes automovilistas para acto seguido fornicar con ellos.
Cinema en estado puro Una historia de violencia.
Una obra maestra expresiva y artística y genial y necesaria.
La reviso cada tres meses y no me cansa nunca.
Un 10.
Peñiscola a 7 de Enero de 2011
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