Su Isolda es memorable.
Considerada como la mas grande mezzosoprano actual alemana y digna heredera de la legendaria Christa Ludwig.
El final de Tristan e Isolda -todo el tercer acto- es una agonía amorosa descarnada bellisima.
Agonía primero del amante y luego de ella.
Esta producción del 2.007 de la Scala de Milán que dirigió un gordinflón pero perfecto Daniel Barenboim -antológicos los tirantes que me lleva el astro argentino sentado toda la función en una vulgar cadira de oficinista con un feo traje negro y sin corbata- es de visionado obligatorio.
Tiene su historia este montaje.
El ingles Ian Storey tuvo que prepararse en 5 meses el papel de Tristan cuando en menos de un año es imposible hacerlo y todo para sustituir al titular.
Comienza flojo.
Su voz es mas de un tenor lírico que dramático y le falta fortaleza vocal y consistencia para abordar un papelazo tan exigente y comprometido y difícil.
En el segundo acto se crece.
En el tercero en su muerte prolongada da todo lo bueno que lleva adentro. No esta extraordinario pero acaba francamente bien. Un aprobado alto
Caso aparte el fabuloso bajo profundo Matti Salminen en su papel del Rey Marke.
Aparece tarde cantando -en el segundo acto- pero domina rápidamente el escenario por su presencia gigantesca -debe medir como Felipe Reyes- y su vozarrón denso y abisal. Pasa de los 60 años pero no se le nota ni un pelo y avasalla.
Lo de Waltraud Meier es un milagro.
¡Como se puede cantar tan sublimemente y con tanta facilidad e imponerse a una magnifica orquesta enorme que ocupa todo el foso y mas y sobresalir y llenar la Scala de Milán y provocar al final una vistosa lluvia de flores y alaridos de los melómanos y hasta algún orgasmo musical!
Después de esta memorable representación me he vuelto un peligroso fanático seguidor de Wagner.
En el viejo Liceo y en el nuevo he visto varias operas de este compositor total y visionario y genial pero sinceramente siempre me han aburrido y nunca he conectado con ellas.
Las he encontrado aburridisimas y pesadisimas. Un peñazo hablando claro. Insoportables
Hoy -este jueves- ha sido diferente.
La 4 horas me han sabido a poco.
Hubiera seguido viendo y escuchando a la atractiva y fascinante Waltraud Meier días y días.
Es una mujer por la que perdería la cabeza y algo mas. Alucinante artista. Un portento de actriz.
A mi avanzada edad ya tengo otra debilidad y esta se llama Richard Wagner.
Verdi me va pero sinceramente no hay color.
El teutón frente al italiano es como comparar a Beethoven con el equilibrado Brahms.
Wagner es especial. Supera lo insuperable y me quedo cortisimo.
Si la música es sentimiento y pasión y emoción y levitar a mi esto último - hacerme levitar de mi butaca- solo lo han conseguido en mis décadas y décadas de asistente a conciertos el dionisíaco Beethoven (es el que mas me pone con diferencia) y el majestuoso Wagner y desde luego mis idolatrados San Bach, Haydn el viejo y menos pero también el elegante Haendel y el cristalino Mozart.
Del siglo XX se apoderan de mi el demasiado humano Bartok y a veces el sensual Ravel y el cerebral y frio Strawinsky aunque mucho menos el ruso que los otros dos.
P.D: Por 8 eurotes he pasado una tarde/noche bestial. Enhorabuena a CINESA por esta temporada operistica. Hemos comenzado la proyección unas 20 personas. 6 hemos quedado al final. Wagner es muy duro de seguir. Requiere paciencia y paciencia y muchísima paciencia. Esta modalidad de ópera en salas cinematográficas me convence. No puede ni podrá sustituir a la ópera en vivo pero uno no es político y no puede desplazarse a Milán, Londres, París o Nueva York o pagar las carisimas entradas en España en el Liceo o en el Real. El cine y el DVD en todas sus facetas es la mayor socialización del arte. No sera lo mismo ver una opera en un teatro o en un auditorio pero la opera en cine complementa perfectamente a lo anterior. Es barata y te forma y lo mas importante te emociona. Es ya todo un género cinematográfico.
Hellín a 9 de Septiembre de 2.011.
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