En 1.925 con 30 años rueda Buster Keaton esta maravilla de Siete ocasiones.
Con todos los medios imaginables y más.
Miles de extras -mujeres- coléricas con este tímido que se tira años sin declararse a su chica y que les ha prometido un matrimonio con un soltero heredero de 7 millones de dolares de la época.
La secuencia de estaciones climatológicas que se suceden en las que vamos viendo crecer al perrito hasta transformarse en todo un can gigantesco es antológica.
Los pedruscos que caen colina abajo y Keaton sorteandolos salvo el mas diminuto en el que tropieza es uno de los momentos inolvidables de la historia del cinema de todos los tiempos.
Portentoso creador visual.
Conocía la técnica cinematográfica al dedillo.
Y eso le permite imprimir un ritmo bestial a los últimos 15 minutos.
Cine en estado puro.
Lleno de hallazgos mas de 80 después de su realización.
Elipsis geniales como esos viajes de su coche sin moverlo para ver a su novia y la vuelta a la oficina.
Mucho Buster Keaton. Mucho artista. Para Orson Welles el grande grande del cine mudo. Para mi unos de los mas grandes tan bueno como su amigo y nunca rival Charlot.
Hellín a 30 de Octubre de 2.009
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