"Tras la subida al poder de Hitler, Wilder se vio obligado a abandonar Berlín, debido a su ascendencia judía. Su madre moriría en los campos de concentración de Auschwitz. Estuvo en París y, desde allí, en 1934 se trasladó a Estados Unidos, junto al actor Peter Lorre. Wilder y Lorre compartieron apartamento, hambre y momentos muy difíciles durante una temporada. Allí comenzó a trabajar como guionista para la Paramount, y tuvo la ocasión de colaborar con Ernst Lubitsch, su gran maestro. El día de su funeral dijo: "Nos hemos quedado sin Lubitsch. Peor aún, nos hemos quedado sin las películas de Lubitsch".
Love in the afternoon (Amor en la tarde / Ariane) de 1.957 es una elegante comedia parisina en la que el sabio Wilder consigue plasmar a la perfección el famoso toque Lubistch en una secuencia deliciosa y redonda.
Si la ven fijense en el momento en el que el viejo verde multimillonario se emborracha y emborracha al cuarteto de cuerda.
Ese carrito de las bebidas de ida y vuelta es una genial recreación de las secuencias que conseguía en sus memorables filmes el que dicen murió mientras hacia el amor con una bella señorita evidentemente mucho mas joven que él.
Ernst Lubitsch. Su maestro.
Y Billy Wilder su alumno mas aventajado.
Audrey Hepburn esta floja sin su encanto habitual de adolescente apetecible. Y Gary Cooper muy envejecido. El insoportable Maurice Chevalier esta vez esplendido. Muy irónico. El mejor junto a los sublimes y esforzados musicos.
Es la inteligencia lo que distinguía el cine de estos portentos de realizadores de lo que vemos hoy.
Trabajaban los guiones de forma extenuante. Con su equipo de colaboradores. Cuando empezaban a rodar la película fluía sin problemas porque la tenían en la cabeza ya montada.
Y la plasmación visual de lo que habían escrito es lo que explica que a fecha de hoy nos sorprendan por innovadoras y modernas porque se rodaron para que el espectador pensara y se admirase del ingenio de estos artistas que eran ante todo esforzados trabajadores del difícil mundo del celuloide.
Como empezaron desde abajo, pasaron hambre y fatigas y aprendieron de los grandes para ser grandes, pues al final cuando triunfaban eran sencillos y modestos porque sabían que en el cine vales lo que recaude tu ultima pelicula.
Ni mas ni menos. Sin subvenciones. A pelo. No como ahora en España. Así nos va.
Hellín a 10 de Diciembre de 2.008.
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