Dos actorazos que encima eran estrellas.
Sean Connery un bruto tierno y Audrey Hepburn una monja exquisita.
Rostros veteranos y llenos de expresividad.
La belleza de la madurez.
Volver a encontrarse y seguir vivo el amor que el tiempo no ha podido borrar.
Un reencuentro de dos personas solas -como todos, siempre estamos solos y por eso necesitamos compañía, buena se entiende- que se besan, se abrazan y hacen el amor en ese hermoso campo y quieren ser felices.
Darse una segunda oportunidad.
Pero les llega tarde.
El vuelo de esa flecha que cierra esta emocionante película es sublime.
Nuestro sensacional escenógrafo Gil Parrondo consigue una recreación naturalista de la Edad Media y ese formidable creador de bandas musicales que es John Barry nos cautiva y de eso se trata.
De que pasemos un rato bueno y nos identifiquemos con estos entrañables personajes cinematográficos.
El realizador americano Richard Lester consigue su obra maestra.
Un director pop que luego haría hasta dos superman.
Entremedias esta joya.
Uno se vuelve algo sentimental con la edad. Pero es que me gusta muchisimo este cara con arrugas pero tan llena de feminidad de la siempre delgada Audrey Hepburn. Cerca de la cincuentena que atractiva esta. Para comersela. Para seducirla. Poco a poco ¡Que mujer!
Hellín a 11 de Diciembre de 2.008.
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