Jack Arnold consiguió un clásico del genero fantástico con El increíble hombre menguante.
Fabulosos decorados. A escala del diminuto protagonista que va encogiendo a raíz de una nube radiactiva.
Hasta las transparencias están bastante conseguidas.
Se hace una casita el protagonista. La que quiere la registradora que vive en un señora casa de dos plantas -si se lo ha ganado pues que le aproveche- no para sus hijos sino para los hijos de los descamisados.
Tal vez menguando a los españoles que no puedan aspirar como mínimo a 50 metros cuadrados por persona - el eminente urbanista Idelfonso Cerdà en el siglo XIX es lo que calculó por ser vivo- podría hacernos aceptar tamaña monstruosidad socialista.
Pero esto es un blog cultural.
Cuanto añoramos los filmes de la serie B americanos.
Muchas obras maestras.
A bote pronto Ultimatum a la Tierra del excelente Robert Wise -ahora con remake-, Los ladrones de cuerpos a algo así del gran Don Siegel o este peliculón de la Universal.
Estos artesanos eran artistas.
Conocían el oficio.
Eran modestos. Y tenían colaboradores -decoradores en el caso de la cinta que les comento- de primera.
La música de El increible hombre menguante es prodigiosa.
Y a ratos es una película no hablada. Casi muda pero en la que los acordes de su antológica banda nos van creando un ambiente de pesadilla. Me recuerda al expresionismo alemán de los 20 de Fritz Lang. En blanco y negro blanco y negro. Me entienden.
Un gato, una araña o una corriente agua son obstáculos tremendos para una persona tan pequeña.
El infinito hacia lo más pequeño.
Lo micro. Muy bello el final. Muy poético ¡Viva el buen cinema de evasión pero destinado a seres adultos e inteligentes!
Fabulosos decorados. A escala del diminuto protagonista que va encogiendo a raíz de una nube radiactiva.
Hasta las transparencias están bastante conseguidas.
Se hace una casita el protagonista. La que quiere la registradora que vive en un señora casa de dos plantas -si se lo ha ganado pues que le aproveche- no para sus hijos sino para los hijos de los descamisados.
Tal vez menguando a los españoles que no puedan aspirar como mínimo a 50 metros cuadrados por persona - el eminente urbanista Idelfonso Cerdà en el siglo XIX es lo que calculó por ser vivo- podría hacernos aceptar tamaña monstruosidad socialista.
Pero esto es un blog cultural.
Cuanto añoramos los filmes de la serie B americanos.
Muchas obras maestras.
A bote pronto Ultimatum a la Tierra del excelente Robert Wise -ahora con remake-, Los ladrones de cuerpos a algo así del gran Don Siegel o este peliculón de la Universal.
Estos artesanos eran artistas.
Conocían el oficio.
Eran modestos. Y tenían colaboradores -decoradores en el caso de la cinta que les comento- de primera.
La música de El increible hombre menguante es prodigiosa.
Y a ratos es una película no hablada. Casi muda pero en la que los acordes de su antológica banda nos van creando un ambiente de pesadilla. Me recuerda al expresionismo alemán de los 20 de Fritz Lang. En blanco y negro blanco y negro. Me entienden.
Un gato, una araña o una corriente agua son obstáculos tremendos para una persona tan pequeña.
El infinito hacia lo más pequeño.
Lo micro. Muy bello el final. Muy poético ¡Viva el buen cinema de evasión pero destinado a seres adultos e inteligentes!
L´H a 24 de Diciembre de 2.008.
2 comentarios:
Hola Narciso, te echamos mucho de menos en el blog, son muchos los que me preguntan mucho por tí.
Voy a ver si consigo la película del hombre menguante, me has puesto los dientes largos.
Felices Fiestas y Próspero año 2009.
Antonio es que uno abarca demasiado.Pero me acuerdo de vosotros y se que echais en falta. Animo y adelante. La peli del hombre menguante de guti Antonio
Publicar un comentario