jueves, 27 de noviembre de 2008

UN HUMANISTA EMINENTE CARDIOLOGO A LA ANTIGUA USANZA: VALENTIN FUSTER . LOS MEDICOS DEBEN HABLAR CON SUS PACIENTES. EL EFECTO PLACEBO IMPRESCINDIBLE.


La Ciencia y la Vida es un apasionante libro en donde dos personas fuera de serie, Valentin Fuster, cardiólogo y José Luis Sampedro, novelista y economista, entablan un dialogo sobre la infelicidad humana.
Me quiero volver a referir a Valentin Fuster. Es una de mis debilidades.
La medicina es una actividad vocacional.
El buen médico no conoce de horarios. Vive por y para sus pacientes.
Siempre esta disponible.
Este miembro de la gran burguesía catalana que es Valentin Fuster me sorprende cada vez más.
Hijo adoptivo de la señorial Cardona en su excepcional Parador Nacional se realiza este dialogo socrático que es La Ciencia y la Vida y que modera con maestría Olga Lucas y que he leido haciendo un habitual trayecto Hellín-Albacete en la deteriorada linea de servicio regular por sus conflictos laborales.
Si puedo sigo los consejos del doctor Fuster. Evito el coche particular. Voy andando a la inhóspita estación de autobuses local. Y cuando llego a Albacete me pateo la polar ciudad a pie.
Es lo que hace este galeno ejemplar cada día. Se acerca andando a su trabajo.
A las 5 de la mañana ya esta en el Monte Sinai de Nueva York. Un hospital judío de referencia mundial. Allí dirige el departamento cardio-vascular.
Departe con el personal de limpieza a tan temprana hora. Prepara la agenda del día. Y se toma su buen rato para reflexionar mirando desde el ventanal de su despacho la ciudad que lo acoge.
Hace guardias médicas cuando le toca. Por coherencia y solidaridad con sus compañeros. Los fines de semana se dedica a realizar visitas domiciliarias a pacientes que no pueden acudir a su consulta.
Podía haberse dedicado a regentar alguna gran empresa familiar. Sin complicaciones. O a investigar. Su gran pasión. Prefiere dedicar la mitad de su tiempo a atender a enfermos. Habla con ellos. Con su familia. Les aconseja. Los abronca. Da ejemplo. No fuma. Se cuida y siempre esta localizable. Día y noche. Festivos.
Lo que más me impresiona de este eminente cardiólogo siempre es de todas formas su presencia física. Su rostro patricio impresionante. Su forma de hablar llena de elocuencia. Esos ojos que te van explorando con mas precisión que el mejor PET de última generación.
Se leen este magnifico libro que es La Ciencia y la Vida. En la biblioteca del barrio de la Estación de Hellín lo tienen a su disposición.
El atípico José Luis Sampedro se merece una glosa aparte. Forman una buena pareja. Muy delicado del corazón un domingo por la noche, recién llegado, fue a verlo a su habitación del Monte Sinai su luego amigo Fuster. Su sola presencia le devolvió media vida. No se esperaba que una prima dona mundial apareciera un festivo para animarle.
Ponganse en buena manos cuando su salud se resquebraje. Yo lo intento.
Te dedico esta mediocre reflexión. A mi amigo y por eso mi buen médico de cabecera. Saber que te tengo siempre que me hagas falta me da tranquilidad y confianza. Y sin ellas no es que se enferme es que no te curas nunca.
Hellín a 27 de Noviembre de 2.008.

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