Me he acercado esta tarde/noche de este miércoles de enero a la muy cercana Jumilla.
Aquí en Hellín un desierto cultural implantado por un concejal amante de la villanía de transformar a un hermoso animal en una fea morcilla deforme. Así nos va con él. Un desastre.
No merece la pena denunciar la ignominia de dejar sin programación cultural estable a una ciudad de más 30.00o habitantes como Hellín. El sujeto nos compara con capitales de provincia pero serán de Guinea o del Gongo.
La oposición ha callado. Es complice. La estrategia de embrutecer aún mas a los habitantes no le favorece un ápice pero tienen miedo a enfrentarse porque tampoco en el fondo estos parecen muy aficionados a lo que tenga que ver con el rollazo cultural. Ellos se lo pierden.
Sharman Pleisner, violín y Miren Etxaniz, piano , son dos maduras músicas que nos han ofrecido ante una cincuentena de espectadores un denso concierto.
Beethoven, Bartok y Brahms. De propina el maravilloso Astor Piazzolla al que escucho mientras escribo estas lineas. Un CD llamado Tanguedia. Muy bello.
La música de cámara es difícil. A mi personalmente me aburre bastante. Me gusta más el sinfonismo. Debo acudir a mas recitales. Acostumbrarme.
Debo reconocer que estas interpretes son buenas. Muy buenas. Con gran formación y entrega.
Y han estado francamente modélicas. Se han esforzado. Se han entregado. Y han conectado con el poco público.
Alguno ha dado una cabezadita. Comprensible. Entendible.
Se ve muy poca gente joven en este tipo de música.
Sera a extinguir. En décadas. Precisa silencio y concentración y vivimos muy deprisa. Por eso me gusta asistir a estos conciertos. Me quedo asombrado cuando veo a personas calladas, educadas y respetuosas con los que están en el escenario y con los que estamos debajo.
Ese civismo es el que falta en nuestra sociedad. Tan ruidosa y mal educada.
Hellín a 14 de Enero de 2.009.
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