Por allí me pueden ver a partir de la 20 horas hasta la hora de cierre, las 21, en esta moderna instalación cultural, muy fea, para mi gusto, por fuera, pero acogedora y sorprendente por dentro.
Hubo su más y sus menos antes de su inauguración, y después, porque una biblioteca es una biblioteca y es incompatible su uso con el de una asociación de vecinos.
Si hubieran levantado otra planta pues que se la hubieran cedido a los faveros y aquí gloria.
Solventado el tema, pues da gusto navegar en la amplia sala de Internet de esta biblioteca.
Buenos libros. Buenos profesionales. Y mucha tranquilidad.
Aunque este barrio, el de la Estación, tiene fama de alejado y hasta algo inhóspito -los accesos dejan que desear Sr. Alcalde- para mi acudir a diario supone un paseo que me viene más que bien para intentar rebajas mis elevados trigliceridos, amigo galeno.
Podían hacer el barrio avanzado en este enclave que no harán en la Nava, intuyo.
A este paso se quedarán sin suelo y deberán ubicar el Auditorio por estos lares. No es mal sitio.
Ya se planteo llevarse la Estación de Autobuses y ponerla anexa a la de Renfe.
Grandes naves abandonadas podían ubicar pisos a 100.000 euros.
Con, repito, buenos accesos, y más población, podía quedar un barrio interesante y nada alejado porque la Gran Vía esta al lado y tal vez esta barriada parezca más segregada y aislada de lo que esta realmente.
Les quiero hablar con cierta amplitud más adelante, ya se lo adelanté, de un poeta de la Generación del 27, excelente y olvidado. Una víctima más de la sinrazón . Fusilado en su ciudad natal en 1.936 por partisanos. Tenía 32 años. Un chaval.
Que mejor que acabar mi reflexión vespertina de hoy con un bello poema de José María Hinojosa, malagueño, culto y buena gente. Era de familia acaudalada y se metió en el Partido Agrario. Eso lo condenó cuando estalló la Guerra Incivil. Progresista e introductor del surrealismo en España. El Lorca de la derecha.
YA NO ME BESAS
Un viento inesperado hizo vibrar las puertas
Hubo su más y sus menos antes de su inauguración, y después, porque una biblioteca es una biblioteca y es incompatible su uso con el de una asociación de vecinos.
Si hubieran levantado otra planta pues que se la hubieran cedido a los faveros y aquí gloria.
Solventado el tema, pues da gusto navegar en la amplia sala de Internet de esta biblioteca.
Buenos libros. Buenos profesionales. Y mucha tranquilidad.
Aunque este barrio, el de la Estación, tiene fama de alejado y hasta algo inhóspito -los accesos dejan que desear Sr. Alcalde- para mi acudir a diario supone un paseo que me viene más que bien para intentar rebajas mis elevados trigliceridos, amigo galeno.
Podían hacer el barrio avanzado en este enclave que no harán en la Nava, intuyo.
A este paso se quedarán sin suelo y deberán ubicar el Auditorio por estos lares. No es mal sitio.
Ya se planteo llevarse la Estación de Autobuses y ponerla anexa a la de Renfe.
Grandes naves abandonadas podían ubicar pisos a 100.000 euros.
Con, repito, buenos accesos, y más población, podía quedar un barrio interesante y nada alejado porque la Gran Vía esta al lado y tal vez esta barriada parezca más segregada y aislada de lo que esta realmente.
Les quiero hablar con cierta amplitud más adelante, ya se lo adelanté, de un poeta de la Generación del 27, excelente y olvidado. Una víctima más de la sinrazón . Fusilado en su ciudad natal en 1.936 por partisanos. Tenía 32 años. Un chaval.
Que mejor que acabar mi reflexión vespertina de hoy con un bello poema de José María Hinojosa, malagueño, culto y buena gente. Era de familia acaudalada y se metió en el Partido Agrario. Eso lo condenó cuando estalló la Guerra Incivil. Progresista e introductor del surrealismo en España. El Lorca de la derecha.
YA NO ME BESAS
Un viento inesperado hizo vibrar las puertas
y nuestros labios eran de cristal en la noche
empapados en sangre dejada por los besos
de las bocas perdidas en medio de los bosques.
El fuego calcinaba nuestros labios de piedra
y su ceniza roja cegaba nuestros ojos
llenos de indiferencia entre cuatro murallas
amasadas con cráneos y arena de los trópicos.
Aquella fue la última vez que nos encontramos,
llevabas la cabeza de pájaros florida
y de flores de almendro las sienes recubiertas
entre lenguas de fuego y voces doloridas.
El rumbo de los barcos era desconocido
y el de las caravanas que van por el desierto
dejando sólo un rastro sobre el agua y la arena
de mástiles heridos y de huesos sangrientos.
Aquella fue la última noche que nuestros labios
de cristal y de sangre unieron nuestro aliento,
mientras la libertad desplegaba sus alas
de nuestra nuca herida por el último beso.
José María Hinojosa
Hellín a 4 de Agosto de 2.008
José María Hinojosa
Hellín a 4 de Agosto de 2.008
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